Proyectos como churros
Hace muchos meses que borré mis cuentas en las redes sociales porque, sencillamente, me di cuenta que no me aportaban gran cosa y, haciendo realidad las palabras de Zigmunt Bauman, el exceso de información que ofrecían era peor que su escasez. Sin embargo, hace unos días visité después de mucho tiempo la página de facebook (¿ahora hay que llamarlo meta?) del blogdelaunion y una de las entradas me causó un triste impresión:
Pasan los meses, pasan los años, y todo continúa igual, seguimos solicitando unas tarifas mínimas porque somos incapaces de cobrar lo que vale nuestro trabajo. Vaya por delante que también me gustaría que hubiera unas tarifas mínimas dignas, pero me surgen muchos dudas sobre este tema. Y también una certeza, que dejaré para el final.
Primero las dudas. Por ejemplo, parece que sólo los arquitectos somos los que reclamamos unas tarifas mínimas con tanto lloriqueo e insistencia. Quizás es una impresión mía, pero no percibo continuas protestas en otros gremios relacionados con la edificación, como el de los aparejadores o el de los ingenieros. ¿A ellos no les va tan mal? Tampoco creo que cobrar más (¿cuánto más?) sea la solución para que la arquitectura sea de calidad, porque el diseño es el que acaba aceptando el cliente y los requisitos y exigencias mínimas son los marcados por la normativa aplicable. Hay quien razona justo lo contrario: si se cobra un mínimo por ley, no habrá esfuerzo en mejorar el servicio.
Por otro lado, comparando nuestra situación con la de otros profesionales como médicos, abogados, dentistas..., me pregunto por qué, al margen de la dificultad de conseguir clientes debido a la competentecia, cuando contratan sus servicios son capaces de cobrar bien el trabajo que realizan. Un médico puede cobrar 150 euros por una consulta de media hora. Nosotros hacemos ITE por 60 euros teniendo libertad para cobrar lo que queramos. Quizá aquí entra en juego la paradoja de Abilene, que comenté hace algún tiempo:
También me preocupa que los arquitectos españoles no sepamos cobrar. En la inmensa mayoría de paises no existen tarifas mínimas y la duda consiguiente es cómo lo hacen los arquitectos extranjeros. ¿Malviven con un trabajo en precario?¿No cobran los bocetos e ideas previas?¿Firman contratos antes de sentarse a proyectar o de realizar cualquier gestión? Conozco muchos, pero muchos casos, en los que promotores no han querido continuar con sus promociones y han dejado tirado el trabajo sin pagar los honorarios devengados hasta el momento, ya que no había un contrato firmado. Esto nos lo tenemos que mirar.
La última duda es sobre los importes de las antiguas tarifas. ¿No serían muy altos?
Y ahora la certeza: Nos falta una formación empresarial. Cuando empezamos a trabajar nos convertimos en una PYME sin haber recibido una mínima formación ni habernos preocupado nosotros mismos en formarnos. Esta es una realidad generalizada, nos guste o no, ya que comenzamos nuestra andadura profesional pensando que lo nuestro es pensar, proyectar y dibujar. Pero nos toca también hacer presupuestos, gestionar el estudio, darnos a conocer, pagar impuestos... Con el fin de ganar nuestro sueldo y tener beneficios. Y en lugar de hacerlo nosotros, pedimos que nos lo hagan mediante unas tarifas mínimas.
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